Freak "mini -me"

"Nací a los 8 meses". Eso decía yo feliz de la vida hasta hace unos cuantos años cuando contaba que mis papás se habían casado en enero y que yo había nacido en agosto ¡Oh me! Pobre "pailona", todavía no me caía la teja de que los condoros existían y que una guagua no es sinónimo de libreta.
Para seguir, yo debí haber sido Diego Alonso. Mientras mi mamá se inflaba y perdía su cintura de avispa cada día más con los American Donuts que mi dear dad le llevaba, soñaban con un niñito jugando a los autitos. Bueno, pero nací yo. Esta linda y adorable criatura ;)
Vestida de niñita -obvio!- en practicamente todas las fotos de guagua aparezco jugando con autitos, trencitos y Transformers (igual la llevaban).
Cuando cumplí un año a mi papá no se le ocurrió nada mejor que regalarme un corral. Ok, era lindo y todo, pero no me cabe en la cabeza que a una guagua le guste estar encerrada en una reja. Obvio que al primer intento, no sé como chillé, pero logré que nunca me encerraran.
Mi mini-me nunca usó chupete porque mi mini-mum decía que así me iban a salir los dientes chuecos. Mi mini-me le tenía miedo al viejito pascuero. También tiraba leche de la mamadera a la pecera, supongo porque como desde chica me lavaron la cabeza con el temita de que hay que tomar leche, obvio que mis pececitos también tenían que tomar.
Como a los 3 años cometí mi 1º acto delictual: inundé el jardín infantil.
Me tenían que cortar las uñas de noche porque la pataleta que armaba despertaba hasta los vecinos, lo mismo para sacarme los dientes. Mi peor pesadilla era el dentista. La malvada Rina Vea me traumó así que terminé en la Clinica Alemana con anestesia general sólo para que la niña no llorara cuando le taparan las tapaduras.
Ya más grandecita mi mascota era la Pascuala, una tortuga que no podía ser más top, que cruzaba la calle sola y que se hacía pipí encima de la modista.

Pero igual escuchaba Mazapán, veía Patioplúm y tenían que poner un colchón en el suelo porque me caía del camarote.